La obsesión por el peso ya afecta a los más pequeños. En España el número de niños de entre seis y doce años con trastornos de la conducta alimentaria (TCA) ha aumentado un 50% desde el año 2010.
Los expertos explican que hay niños de nueve o diez años que ya expresan una clara preocupación por el peso, algunos presentan síntomas de anorexia nerviosa, pero no hay vómitos ni uso de laxantes. Sus padres se dan cuenta de que tienen esta patología porque dejan de comer y aumentan su actividad física.
“El tratamiento en niños es más sencillo porque son más moldeables, están más abiertos al cambio y las familias se vuelcan. Y eso se refleja en la tasa de mortalidad, que es casi inexistente a diferencia de lo que ocurre con los adolescentes y adultos”, explica Montserrat Graell, coordinadora del Servicio de Psiquiatría y Psicología Infantil y Juvenil del Hospital Universitario Niño Jesús.
Los especialistas explican que si el pronóstico no se diagnostica a tiempo, es más peligroso que comenzara en la adolescencia.
Una anorexia no diagnosticada en niños puede convertirse en crónica, ya que hay muchos adultos de 30 o 40 años que comenzaron con trastornos alimentarios no tratados cuando eran pequeños.
Los profesionales de Clínica Nea explican que es importante saber cómo se ha iniciado el trastorno, ver si ese niño tenía sobrepeso, si la imagen que daba en la escuela no es la que le gustaba o si son los padres quienes le han presionado por su aspecto físico.
Hay familias en las que la imagen corporal es muy importante, incluso, un 30% de los casos la madre está obsesionada con el peso. Muchos padres ponen a sus hijos pequeños a dieta sin supervisión de un pediatra.
Un estudio del Ministerio de Sanidad informa que casi la mitad de los menores españoles sufre sobrepeso. «La obesidad y el sobrepeso se consideran ya factores de riesgo para padecer anorexia”, confirma Graell.
El uso de las nuevas tecnologías son consideradas por los expertos como un factor de riesgo. «Las redes sociales pueden conducir a los niños a entornos muy turbios, a foros o blogs que fomentan conductas que facilitan la anorexia y les animan a no comer. Afortunadamente, los niños de seis u ocho años aún no tienen tanto acceso, pero ya empiezan a explorar y los padres deben tener mucho cuidado con lo que trastean sus hijos por la red», dice el psicólogo Javier Quintero.
El uso de filtros, los retoques en las redes sociales para mostrar un cuerpo perfecto y la presión social sobre la imagen corporal, todos estos factores están provocando un incremento de TCA, sobre todo, entre los adolescentes.
Varios estudios han comprobado que las personas que pasan mucho tiempo en redes sociales tienen más problemas con su imagen y sus hábitos de consumo.
En la actualidad existen casi 4 millones de publicaciones en la red con las etiquetas #Ana (anorexia) y #Mía (bulimia), en estos hashtags los jóvenes pueden ver trucos o experiencias para adelgazar.
Los profesionales de Top Doctors informan que «la anorexia se diagnostica primero con un control del índice de masa corporal, seguido de un control de la piel, el cabello y la salud de los riñones y el corazón. Además, se comprobará el estado de la ingesta de nutrientes».
¿Por qué es importante la terapia de flotación?
Los investigadores del Instituto Laureate para la Investigación del Cerebro en Tulsa (EE.UU.) aconsejan a los pacientes que sufren anorexia nerviosa flotar en una piscina con unas condiciones especiales de luz, sonido y temperatura.
Los científicos han comprobado que esta terapia de flotación (Floatation-REST) se muestra eficaz en algunos de los síntomas más comunes de la anorexia, como la insatisfacción con la imagen corporal y la ansiedad.
Es un tratamiento no farmacológico y perfecto para reducir el estrés. Consiste en flotar sin esfuerzo en una piscina de agua tibia con sal de Epsom.
Los pacientes hospitalizados con anorexia nerviosa informaron reducciones inmediatas en la insatisfacción con la imagen corporal y una mejor ansiedad en relación con otros pacientes hospitalizados con la misma enfermedad que recibieron la atención habitual.
«Este avance ofrece una nueva dirección terapéutica en el tratamiento de la anorexia nerviosa, un trastorno psiquiátrico conocido por su mal pronóstico y su alta tasa de mortalidad», explica el psiquiatra Sahib Khalsa, autor principal del estudio.
«La reducción de la ansiedad inducida por la terapia de flotación en estos pacientes sugiere que esta herramienta se muestra como una potente oportunidad para tratar la ansiedad por medios no farmacológicos en la anorexia nerviosa», afirma el especialista.
La coautora Emily Choquette informa que «estos hallazgos también abren paso a nuevas formas de tratamiento para los trastornos alimentarios que, junto con los tratamientos tradicionales, pueden ayudar a aliviar las características diagnósticas de la anorexia nerviosa que son más difíciles de tratar, como la imagen corporal».