La película de Sean Penn para mí fue bastante especial. Desde la historia, poco común, hasta esa banda sonora donde Eddie Vedder (líder de Pearl Jam) cantaba en ella me conmovieron. No tenía ninguna de que me ocurriera como al protagonista, pero si que buscaba contestar a la llamada que en mi interior había de ir a un sitio natural y hacer rafting como hacen en la película.
En nuestro país tenemos suerte de tener un medio natural tan variado, y cerca de mi Málaga había varios sitios. El rafting o descenso de ríos con aguas bravas, es una actividad que básicamente trata de ir bajando por el cauce de un río en dirección de la corriente dentro de una balsa neumática, eso sí, acompañado por un guía especializado. Este guía es el que se encarga de dirigir el raft con la ayuda del grupo.
Un deporte especial
Hablamos de uno de los deportes de aventuras en los que hay más descarga de adrenalina y puedes además compartir con tus amigos esa diversión y emoción que da practicarlo. Yo tenía recuerdos de cuando lo hice en un ya lejano 1.996 y volverlo a probar fue una delicia. En el trayecto donde más adrenalina gastarás es en las “turbulencias” que le dan un aspecto blanquecino proveniente de la propia espuma del agua.
Es un deporte en el cuál el trabajo en equipo es importante, mis amigos y yo entre semana jugamos en un equipo de liga amateur de fútbol 7, así que creo que esto ayudó algo a que nuestro rendimiento fuese el óptimo. Cuando empezó la actividad, el guía nos dio una serie de conocimientos básicos, para saber actuar ante las dificultades que pudiésemos tener en el río.
Nosotros confiamos en ocioaventuracerrogordo.com, tanto por cercanía como por las buenas opiniones que había sobre ellos. La mejor época para hacer rafting, al menos en el Río Genil, es de marzo a octubre, todo depende de cómo sea el caudal del río, en este caso lo regula el desembalse del Pantano de iznájar. Este tipo de actividad es posible, al menos con ellos, a partir de 4 personas, en caso de que el grupo sea más pequeño, se puede consultar el pasar a incluirse en otros grupos si hubiese disponibilidad. Las embarcaciones tienen una capacidad de 8 plazas.
Nos dieron a elegir dos tramos, una de dificultad entre media y alta, con tramo de aguas bravas en el tramo Benamejí/Palenciana. El otro era de dificultad baja, en Cuevas Bajas, pero optamos por las emociones fuertes. En el caso de la opción de aguas bravas, puedes disfrutar de ella desde 14 añitos. La otra más tranquila solo desde los 6, aunque en todas necesitas saber nadar.
La duración de la actividad suele ser una media jornada, por lo que la actividad completa suele durar unas 4 horas, con un descenso que dura del orden de hora y media a dos horas. En cuanto a la ropa, tienes que llevar traje de baño y toalla, la necesaria protección solar y zapatillas para mojarse cerradas o escarpines que tengan la suela rígida. Como no, es necesario recambio de ropa y calzado una vez finalices la actividad en cuestión.
Aconsejo a todo aquel que le guste tener una sensación alucinante y divertirse este deporte. No os mentiré y recordé las aguas bravas por las que pasé en mi adolescencia como si fuera ayer. Esto quizás hizo que estuviera preparadas para las que me esperaban, una sensación tal de euforia y concentración mezcladas que dio como resultado sensaciones que hacía mucho tiempo que no experimentada.
El rafting merece la pena y desde luego que es una actividad que todo el mundo debería probar al menos una vez en la vida. Nos ayuda no solo a valorar más nuestras propias posibilidades, también fomenta el trabajo en equipo, creo que no tiene contraindicaciones, salvo, eso sí, las agujetas en todos los puntos de tu cuerpo con las que puedes acabar y que fue mi caso. Me dolían hasta músculos que no sabía ni que existían.
Así que ya sabéis, probad el rafting, en mi caso he vuelto a él pasados unos años, pero pienso seguir practicándolo, al menos, todos los veranos.