Cuando se considera al cine un arte, no estamos diciendo nada que no se merezca. En efecto, la ciencia del cine es una de las mejores de cuantas existen sobre la faz de la Tierra y cada vez tenemos menos dudas acerca de ello. El número de aficionados al cine es muy alto en todo el mundo y, desde luego, eso quiere decir algo. Son muchas las películas que se producen y, por tanto, muchas las personas que se dedican en exclusiva a este noble arte. Eso es lo que hace que la calidad de las películas mejoren y que siga manteniéndose alta la expectación al respecto.
Para la realización de una película, hay muchas cosas que resolver. Y muchas que no sabemos. El vestuario es una de las que más interés suscitan entre el público general. Y lo cierto es que esta cuestión, a veces, sorprende. ¿Sabíais, por ejemplo, que a veces bastante con un simple disfraz para caracterizar a un personaje? Es algo que sucede de vez en cuando y en todo tipo de películas. Seguro que hay personas que, teniendo algo que ver con el mundo del cine, os lo pueden confirmar.
Una noticia que ha sido publicada en la página web de BBC hablaba acerca de la trayectoria, en el mundo del cine, de Javier Botet, al que consideran «el actor español detrás de los monstruos de Hollywood«. Este actor está perfectamente acostumbrado a horas y horas de maquillaje para aparentar ser uno de esos monstruos, pero también ha usado algunos disfraces para darle más solidez a su personaje. Desde luego, está claro que esto ayuda, y mucho, a caracterizar a personajes de todo tipo. Teniendo en cuenta las características de muchos de esos personajes y su complejidad, nos parece normal que haya muchas productoras interesadas en apostar por disfraces.
Son muchas las películas que, además de todo lo que respecta al maquillaje y caracterización de sus personajes, apuestan por disfraces para terminar de construir ese papel que va a formar parte de su argumento. Es algo que nos han confirmado desde La Casa de los Disfraces y que empieza a ser habitual no solo en producciones españolas, sino en otras europeas e incluso norteamericanas. El disfraz, como vemos, ya se ha convertido en mucho más que un simple elemento de ocio para formar parte de una de las industrias que más dinero mueven de todo el mundo.
Y eso por no hablar de la cantidad de disfraces para Carnaval que se generan a causa de la salida a escena de una nueva película. Si pensamos un poco, nos podemos acordar, por ejemplo, de Star Wars. De la importancia de esta película y otras tantas habla una noticia publicada en el portal web de En Femenino, que hace hincapié en el papel de varias actrices. Desde luego, el cine y el mundo del disfraz está más unido que en cualquier otro momento de la Historia. Y quienes se encargan de vender disfraces lo saben mejor que nadie.
Sinónimo de empatía… y felicidad
Disfrazarse tiene una serie de beneficios que nadie puede dejar en el olvido. Por un lado, está el que tiene que ver con la empatía, el de conocer las sensaciones del personaje del que nos estamos disfrazando y actuar como él. Esto es importante, porque para los niños es una manera de experimentar sensaciones diferentes a las que tienen de manera habitual. Esto es importante para el desarrollo y la formación de los menores, que encontrarán en esta una buena experiencia para el futuro.
Por otro lado, es conveniente destacar que otra de las sensaciones de los más pequeños al disfrazarse es la de la felicidad. Esta es una de las que nunca podemos perder cuando nos disfrazamos, porque es la base de la diversión de los más pequeños es festividades como lo son Carnaval o Halloween. La verdad es que nunca podemos dejar de lado lo necesario que es para los más pequeños tener un espacio en el que la diversión esté más que garantizada. Carnaval o Halloween, con sus respectivos disfraces, son buenas ocasiones para ello.
Cuidar de los más pequeños es algo innegociable para todas y cada una de las personas que se encuentran a cargo de ellos. Es evidente que esto no solo conlleva el cuidado físico y alimentario al que estamos acostumbrados, sino que también implica asegurar que disfrutan del suficiente tiempo libre para jugar, socializar con otros niños y, en definitiva, poder disfrutar de las cosas buenas de la vida. Por desgracia, hay muchos padres y madres que, por diversos motivos, suelen perder de vista este último propósito. Y cometen un gran error. Reactivarlo es algo necesario y, además, urgente. La salud mental de sus hijos e hijas depende de ello.